martes, 23 de enero de 2007

Cuento 8.

"...Comenzaba a tener poco a poco la certeza de que algo aqui se estaba desvaneciendo, de que al fin las innumerables razones pesarían más que mi amor y mi paciencia y mis ganas y mi valentía y mi lealtad...De pronto ya no podía oponerme más a la evidencia de los hechos, ya no me importaba perder, ya no me importaba entender, de pronto estaba siendo capaz de soltar todo esto y dejarlo en tus manos: dejarlo morirse sin remedio porque nada ibas a darme y nada iba a cambiar las cosas, tu corazón seguiría siendo el mismo al igual que el mío, pero el mío se estaba cansando y estaba aprendiendo a ver, y lentamente comenzaba a entender que la mejor opción era renunciar, que tu vida de esposo (ahora con tu esposa de siempre) duraría nosé cuánto tiempo y tus infidelidades (con esta o aquella) seguramente también y que aquello "latente" a lo que "sólo yo ponía alas" y que obviamente sólo yo valoraba, dejaría de estar vivo si yo simplemente optaba por alejarme...como decía en otro texto, yo perdería esa posibilidad latente a la que amaba porque creía profundamente cierta y estaba segura de cómo sería y tu no perderías nada....enamorarse de ti quizás era un riesgo, enamorarse de mi no lo era porque lo que yo ofrecía era amor y el verdadero amor no contiene peligros...."

2 comentarios:

Miguel Ángel Ángeles dijo...

wow.
sabes... yo creo que no ponemos alas.... sólo dejamos que salgan.
sigo confiando en que todos y todo tiene alas.

nos vemos pronto su.

un saludo.

su dijo...

...tal vez tengas razón fausto, seguramente dejé que las alas salieran y se expresaran porque era lo que sentía, ese tipo de impulsos que supongo vienen del corazón....el problema era el otro corazón...obviamente nunca di en el clavo...
un saludo, su.